Por Darío Molissano.
O eso dicen los genios del
marketing de Artemide. Que en
un momento dramático para la humanidad, tampoco se cohíben de usar el juego de
palabras “The Human Light” para capitalizar sobre la
tan abusada frase de “Human Rights”.
Les da lo mismo.
El diseñador de origen egipcio Karim Rashid no tiene mucho problema en
ver una lámparas -la Doride- utilizada en un falso evento de derechos humanos o
iluminación humana si es que nos atenemos al juego de (malas) palabras, y
casualmente, la luz recae sobre la imagen de Yoani Sánchez,
la no disidente cubana.
Alguien de Artemide debiera explicar el por qué de esta elección. El
diseñador debió informarse acerca de esta persona antes de aceptar el material
publicitario con su imagen. Y finalmente, si de lo que se trata es de promover
los derechos humanos, una foto de cualquier cubano de a pié hubiera dado una
idea más clara de la verdadera lucha por la supervivencia de los habitantes de
la isla. Y además, son la verdadera cara de la lucha por un derecho humano
básico; el de la alimentación.Artemide se ha sumado a las huestes de El País, la Stampa, el New York Times, Time, y tantos otros que pretenden promover a esta persona como la cara de Cuba, y del nuevo cubano dialogante, como el artículo aparecido recientemente en El País y firmado por la modelo de lámparas.
No se si venderán lámparas de Artemide en las tiendas en moneda dura en Cuba, o si se utilizarán en las ambientaciones de los hoteles y las oficinas del exministro devenido en consejero del vice-dictador suplente. O quizás haya alguna, importada de Sicilia, en la casa dictatorial, o en las oficinas del travestismo oficialista de la Marielita en jefa. Lo cierto es que se ha iluminado la dictadura raulista, que se convierte en algo muy light y muy right.
La ironía de promover una lámpara con una figura tan diseñada como la misma lámpara se hace aun mas hiriente al referirse a la luz tan light y tan right del país de los apagones. Las sombras no serán muy largas en los mediodías del trópico, pero la sombra del castrismo sí que lo es, y lo peor, es que también cubre los cerebros y oscurece por completo las almas.
La modelo de la
decorativa Doride no tiene reparos en clamar por el diálogo con la dictadura
castrista, en su versión light, en artículo venido supuestamente de su
propia pluma. O teclado, que es muy moderna y chic y light y
right. Y bueno, quién sabe si lo que propone es algo de la zona
mágicamente crepuscular, del twilight zone a la cubana, donde no se
sabe si lo que hay es dictadura light o democracia light. En
fin, que la luz que proyecta la bellísima Doride se extingue no por la falta de
electricidad, que es lo que le pasaría en Cuba, pero por el concepto torcido
desde un principio de los publicistas y su jugueteo con lo subliminal. En lugar
de una fuente de luz, esto no es más que un pozo oscuro de vergüenza. Si es que
el significado de la palabra nos dice algo
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