Wednesday, November 4, 2009

El SOTRAL


Juan Carlos Reyes Ocaña.

Holguín, Cubawww.PayoLibre.com – Emigrar es un derecho que tenemos todos los seres humanos. Máxime, cuando se vive en un país con un sistema totalitario y represivo. Lo que no puedo entender es por qué personas que fueron reprimidas, acosadas y perseguidas debido a sus ideas prodemocráticas, llegan al exilio y se desentienden de la causa. Tal parece que para algunos el exilio es el final de su lucha, cuando debía ser el principio.

Anualmente cientos de cubanos ingresan a Estados Unidos mediante el programa de refugiados. Son individuos que sufrieron la represión del régimen de La Habana. Al llegar, el gobierno de aquel país les brinda ayuda económica. Sólo tener la oportunidad de decidir libremente lo que es mejor par sí y su familia, creo, es bastante.

A pesar de estos beneficios y la paz espiritual que se respira en extramuros, muchos cubanos son atacados por un síndrome que, aunque tiene cura, cada día tiende ha incrementarse.

Este síndrome, que ya es llamado de varias formas, decido bautizarlo como el “SOTRAL”, es decir, el Síndrome del Olvido en Tierras de Libertad.

El SOTRAL se presenta de diferentes maneras y no todos presentan el mismo cuadro clínico, pudiéramos clasificarlos por grupos:

1) Prometedor Amnésico: Este promete a sus hermanos de lucha, días antes de marcharse, ayuda de todo tipo, y les pide que confíen en él. Incluso dice que tratará de reagrupar a todos los ex miembros del partido o movimiento... pero súbitamente, al llegar a su destino, se olvida de todo y todos.

2) El Gorrión: Aquí se encuentran los que acaban con el saldo telefónico de sus parientes los primeros días de exiliados -la nostalgia los mata y llaman sin cesar-, luego de 6 meses desaparecen y jamás sabemos de ellos.

3) Auto-chantajeado: Estos llegan y automáticamente manifiestan: “No quiero saber más nada de política porque después la seguridad del estado no me deja entrar a Cuba”.

4) El Crónico: Este es el peor de todos. Se marcha, nunca sabemos de él, ni siquiera una tarjeta postal, y para colmo, regresa de visita a la isla y no nos conoce.

Alguien podría pensar que me causa placer abordar críticas como estas. Muy por el contrario, lo qué deseo es que mis hermanos, los de allá y los de acá reflexionen sobre este síndrome para así evitar contagios. Sólo les pido que las reflexiones no sean como algunas aparecidas frecuentemente en el periódico Granma. ¡Dios nos libre!

Aviso: Amigo lector. Si cuando leas este trabajo te percatas de que fuiste contagiado por el SOTRAL, la mejor terapia es no olvidarse del porqué tuviste que emigrar, recuerda que en Cuba quedaron tus hermanos en pie de lucha.

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