Juan Wilfredo Soto García
Angélica Mora
No es que sea fácil engañar al mundo. Lo que pasa es que resulta más aliviado para millones aceptar las mentiras de La Habana y de esta manera deslindar responsabilidades en los crímenes que se cometen en la Isla.
Es lo que está pasando con el asesinato de Juan Wilfredo Soto García.
El disidente fue apaleado cuando se encontraba en la Plaza Vidal de Santa Clara el 5 de mayo y tres días despues murió víctima del salvaje castigo corporal de que fue objeto.
Pero el mal estaba hecho, la terrible golpiza de la policía cobró otra víctima.
Los familiares de Soto lo llevaron al hospital Arnaldo Milián Castro, donde le pusieron oxígeno porque estaba grave, con dificultades para respirar y palpitaciones al corazón.
El disidente murió a consecuencia de los golpes que recibió a manos de la Policía.
Sin embargo, la maquinaria del Régimen está a toda marcha desligando toda responsabilidad en el caso.
El doctor Rubén Aneiro, quien atendió a Soto en el hospital, asegura que éste murió de una “pancreatitis aguda e insuficiencia renal” y no presentaba signos de violencia.
Lo enterraron rápidamente sin practicarle una autopsia -que habría lo lógico en un país libre- aduciendo que el cadáver presentaba signos de descomposición.
La declaración del doctor Aneiro fue citada por un blog oficialista y será la versión que el gobierno de la Habana mostrará a la Opinión Pública Internacional, quien con un suspiro de alivio seguirá entonces el curso de sus propios problemas.
Angélica Mora
No es que sea fácil engañar al mundo. Lo que pasa es que resulta más aliviado para millones aceptar las mentiras de La Habana y de esta manera deslindar responsabilidades en los crímenes que se cometen en la Isla.
Es lo que está pasando con el asesinato de Juan Wilfredo Soto García.
El disidente fue apaleado cuando se encontraba en la Plaza Vidal de Santa Clara el 5 de mayo y tres días despues murió víctima del salvaje castigo corporal de que fue objeto.
Soto, quien padecía varios problemas de salud, fue golpeado y esposado por la policía cuando se negó a retirarse del parque central de Santa Clara.
El opositor cumplió 12 años de cárcel y había estado preso en dos ocasiones más, bajo los cargos de divulgación de “propaganda enemiga”.
Idania Yánez Contreras, presidenta de la Coalición Central Opositora, informó que debido a los problemas de salud que Soto padecía, fue llevado a su casa en vez de ser trasladado a la cárcel.Pero el mal estaba hecho, la terrible golpiza de la policía cobró otra víctima.
Los familiares de Soto lo llevaron al hospital Arnaldo Milián Castro, donde le pusieron oxígeno porque estaba grave, con dificultades para respirar y palpitaciones al corazón.
El disidente murió a consecuencia de los golpes que recibió a manos de la Policía.
Sin embargo, la maquinaria del Régimen está a toda marcha desligando toda responsabilidad en el caso.
El doctor Rubén Aneiro, quien atendió a Soto en el hospital, asegura que éste murió de una “pancreatitis aguda e insuficiencia renal” y no presentaba signos de violencia.
Lo enterraron rápidamente sin practicarle una autopsia -que habría lo lógico en un país libre- aduciendo que el cadáver presentaba signos de descomposición.
La declaración del doctor Aneiro fue citada por un blog oficialista y será la versión que el gobierno de la Habana mostrará a la Opinión Pública Internacional, quien con un suspiro de alivio seguirá entonces el curso de sus propios problemas.
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