¿Qué alternativa tienen los esclavos sino repetir con entusiasmo lo que dice el amo?
¿Qué información tienen los esclavos para su respuesta entusiasta, de apoyo al amo, cuando no tienen ningún acceso a las características y contenido de las condenas a Cuba, por la comunidad internacional?
Los conciertos en apoyo a la Revolución, los mítines patrióticos en los centros de trabajo, las concentraciones en las Plazas “revolucionarias” y las asustadas declaraciones de los intelectuales o personas comprometidas con el castrismo, para no ceder “ante las presiones imperialistas”, han sido siempre la mascarada de los amos, para demostrar “el apoyo del pueblo” a su abominable conducta de desprecio a ese mismo pueblo, a quien han alienado de todos sus derechos, libertades y su bienestar personal y social.
¿Qué cubano, en condiciones normales, sin terror y represión, podría aprobar los actos de repudio, el hambre, la imposibilidad de expresarse libremente; la imposibilidad de salir y entrar de su país: la imposibilidad económica real de no poder disfrutar de los hoteles y las playas; la imposibilidad de la Internet o de un teléfono en su casa, o un televisor o un decente plato de comida; la carencia de salarios que realmente paguen el trabajo; la imposibilidad de tener voz y voto reales, de poder tener sus propias organizaciones y sindicatos, creados por ellos? Sólo un absoluto estupido e ignorante pudiera apoyar con entusiasmo, ese encadenamiento insoportable de su vida.
Desde luego que hay aún gentes, muy comprometidas con los crímenes de Fidel Castro, que apoyará con entusiasmo ese atrincheramiento de la gerontocracia castrista, que ni se ha molestado en preguntarles a sus esclavos, si quieren desaparecer del mapa y hundirse con sus amos en el Mar de las Antillas.
Pero, de lo que se trata, es de sacar el máximo provecho de este enfrentamiento y, tratar de revivir, cosa que no van a lograr, las glorias ya muertas de lo que otrora fuera una gran ilusión.
Ese enroque, ese atrincheramiento en la mendicidad ideológica del castrismo, ha sido siempre la línea y fundamento del odio de Fidel Castro, contra todo el que se oponga a su esclavitud dictatorial. Ese es, por decirlo así, su modus operandi, porque es la única forma de mantener a ese pueblo aherrojado a sus férreas cadenas. Bajo sus dictados, nadie tiene ningún derecho. Él, y sólo Él decide cuando y a quienes hay que mandar a sus guerras; a quienes mandar a sus misiones médico propagandísticas; a quienes enviar a los campos de caña, a la recogida de café o a sus varios y fracasados planes agrícolas e industriales o, a quienes movilizar a través de sus tropas militares y paramilitares, para enfrentar la inexistente “invasión imperialista”, que ha sido su gran comodín ideológico y movilizador. Y quien se niegue a la obediencia, es prácticamente liquidado: se le expulsa del trabajo, del Partido, de la UJC, del sindicato, etc. Y, se le condena al más deleznable ostracismo. Su único camino es la disidencia o tirarse al mar.
Esa gentuza arcaica y obsoleta, con medio siglo en el poder, no tiene ninguna respuesta racional a los gravísimos problemas que enfrentan. No tienen ni idea del tamaño del desastre, no sólo económico, social o político, sino – y lo peor - al desastre ideológico, al total convencimiento de los cubanos, de que todo ha sido una gigantesca estafa.
Contra eso, su respuesta es PCC, Palos Cabillas y Cables, pensando que con ello van a resolver la crisis. Claro, no quieren darles armas a sus defensores, sino palos, cabillas y cables, no vaya a ser que, las armas se vuelquen contra ellos mismos. La idea central es llevar a todos los cubanos a una guerra fraticida, porque ese tipo de represión llevará a una réplica contundente de la población.
La declaración de Raúl Castro de que “sobra un millón de trabajadores”, es una rabiosa amenaza a cada trabajador que sabe que, si no firma su membresía en los “Destacamentos de Respuesta Rápida”, será uno de los despedidos. Es su política madre: el chantaje. El chantaje con el hambre, la represión o la pérdida del trabajo. El chantaje como política de Estado, para mantener a esa horda de vacas, en su corral, tranquila y siempre sonriente.
No es que Hillary Clinton tenga algo de razón, sino que tiene toda la razón: el embargo ha sido y es la carta de triunfo de Fidel Castro, para ocultar todos sus fracasos y la inutilidad de su propia vida.
No se puede decir que la política de Obama es la misma que la de otras administraciones. Obama dio un grupo de pasos, esperando alguna reacción de los amos de Cuba. No movieron un dedo. Entonces… ¿Qué sentido tiene abrirles la puerta, si ellos no quieren entrar? No es Obama, es la inamovible posición de Fidel Castro, que ha paralizado otras medidas del gobierno de Obama. Ellos saben que esa apertura, es la muerte de la esclavitud en Cuba. Dicen, de los dientes para afuera, que quiten el embargo, pero en el centro de todos sus cálculos, hacen lo imposible para que no lo quiten. Ellos aprendieron al detalle la terrible lección de la URSS y de toda la caída del campo socialista y, tienen sus manos, sus pies y sus cuerpos llenos, saturados, rebosantes de sangre. Y tendrán que pagar ante la justicia. Eso es todo el rejuego del castrismo atorrante.
Pero ya no hay espacio ni para la elocuencia ni la astucia de El Loco de Birán. Le llegó su cuarto de hora o, al menos está cada día más cercano.
Asdrúbal Caner Camejo
Representante del PSC
en Canadá.
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