Pedro Luis Boitel
Por Zoé Valdés
Ayer presentamos en el Círculo de Bellas Artes en Madrid el libro Una tumba sin nombre. Vida de Pedro Luis Boitel, del autor argentino Fernando Gril. Es un escritor joven, de centro izquierda, al que ya le di su pésame político, porque para nadie es un secreto que en cuanto alguien de izquierda se mete en contra de la dictadura castrista, al instante será clasificado de derechas o de ultraderechas.
El libro ha sido publicado por AIL, y en la mesa nos encontrábamos el autor, el escritor Carlos Alberto Montaner, la activista política y poeta Janisset Rivero, el doctor y representante de AIL Antonio Guedes, y servidora. En la sala, los medios y un grupo de personas entre los que se encontraban varios excarcelados políticos cubanos y algunas Damas de Blanco, desterrados todos con la complicidad del gobierno español.
Pedro Luis Boitel, para quienes no saben quién es, fue un joven estudiante universitario que luchó contra Batista, y que tuvo que exiliarse en Venezuela durante aquellos años; aunque no gozaba de la confianza de Fidel Castro decidió regresar a Cuba y seguir luchando desde la clandestinidad. Se incorporó como casi todo el mundo a la revolución de los hermanos Castro, y en muy poco tiempo, al advertir el peligro y que aquello era comunismo a pulso, se enfrentó a Fidel. El que se enfrentaba a Fidel en aquella época sabía que tenía los días contados, para decir verdad la cosa no ha cambiado demasiado en 52 años.
Boitel fue encarcelado, condenado a treinta años de cárcel, y mantuvo una posición firme de resistencia absoluta en las celdas de castigo. Allí hizo 18 huelgas de hambre, y murió en la última. El libro cuenta la trayectoria política de este hombre, cuya vida estaba destinada a devolverle la libertad a Cuba, de cualquier modo. Y también narra los pesares de sus familiares y amigos, las golpizas que recibió su madre, Clara Abraham, las amenazas que padeció su novia, Carmen Jiménez Gómez, quien también fue condenada a prisión un tiempo más tarde durante 5 años.
Cuando Boitel salió de la celda tapiada donde lo mantuvieron durante un año, decide que su madre no venga más a la cárcel, y así se lo exige, lo mismo hace con Carmen, con la que rompe sus relaciones; antes de caer preso ya estaban preparando para casarse. Es el momento, según Fernando Gril, en el que Boitel sabe que su vida la entregará a la causa de la libertad de Cuba, y posee la certeza de que llevará su lucha hasta las últimas consecuencias. Cuando un compañero de celda le avisa de que deberían llamar a un médico, dado que su estado se agrava, y que podría morir (así ocurrió), Boitel le responde que él no morirá, que él vivirá de otra manera.
Y así ha sido. Boitel vive más que nunca en las palabras de los disidentes cubanos, en sus acciones, en Antúnez, en Iris, en Dania, en Sonia Garro, en todos los opositores que revivieron a Pedro Luis Boitel para darle un sentido más a sus justas defensas.
A Clara Abraham le anunciaron la muerte de su hijo cuando ya lo habían enterrado, la mujer pudo escapar del cerco policial y llegar a la tumba, una tumba sin nombre, la golpearon salvajemente y fue detenida? Murió en el exilio. Muchísimos años después, todavía esa tumba causa pavor a la dictadura castrista.
Fernando Gril cuenta que visitar la tumba en el cementerio habanero resulta toda una proeza, y asegura que las autoridades del régimen le temen profundamente al nombre de Pedro Luis Boitel, porque aquel joven estudiante, que contaba con una gran popularidad en la universidad, ha ido deviniendo popular más y más entre los cubanos de a pie.
Fernando Gril cuenta que visitar la tumba en el cementerio habanero resulta toda una proeza, y asegura que las autoridades del régimen le temen profundamente al nombre de Pedro Luis Boitel, porque aquel joven estudiante, que contaba con una gran popularidad en la universidad, ha ido deviniendo popular más y más entre los cubanos de a pie.
Pero el que más miedo le debe tener es Ricardo Alarcón, o mejor, Richard Alarcón, que fue el que delató a Boitel, y al que Carmen Jiménez Gómez le aplaudió la cara a bofetadas limpias, y le pidió que se lavara la boca antes de mencionar el nombre de un mártir. Richard Alarcón, esbirro de la dictadura castrista, deberá ser uno de los primeros en recibir este libro, para que no olvide jamás a Pedro Luis Boitel, su mayor crímen.
Revelar la verdad de lo que nos ha sucedido ayudará a eliminar esa enorme mentira de que la revolución castrista hizo de Cuba un país honorable, cuando sucedió todo lo contrario. Para demostrar cuánta razón tenían los jóvenes como Pedro Luis Boitel, Fernando Gril escribió el libro de su vida, y reabrió una tumba llena de vida y de esperanza. Cuánta verdad aún por descubrir, es por lo que propongo, de inmediato: revelaciones contra revoluciones.
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