Monday, April 4, 2011

Caridad Caballero y esas mujeres cojonudas que hay en Cuba

Desde La Habana

Tania Quintero



En febrero de 2010, por mi cuenta quise recordar a Orlando Zapata Tamayo. Y preparé un dossier titulado SUS ÚLTIMOS SIETE AÑOS, convertido en banner por Carlos Moreira y que aún puede verse en el blog Desde La Habana.

Por esos días, descubrí que una de las personas que más reportó la vida y muerte de Orlando y estuvo siempre en contacto con su madre, Reina Luisa, fue Caridad Caballero Batista, periodista independiente de Holguín.

Desde entonces, quería escribir sobre Caridad, de quien suelen recordarse medios disidentes y del exilio cuando es detenida y golpeada. Después, deja de ser noticia. Pero como ella es disidente y periodista a tiempo completo, entonces vuelve a ser reprimida. Y vuelve a ser noticia durante unos minutos.

Ocurre lo mismo con otras mujeres opositoras: Sara Marta Fonseca Quevedo, Marta Díaz Rendón, Tania Montoya Vázquez, Iris Tamara Pérez Aguilera, Idarmis Núñez Reynoso, Tania de la Torre Montesinos y Sonia Garro Alfonso, entre muchas, residentes en provincias o en la capital. Nos acordamos de ellas igual que nos acordamos de santa bárbara, cuando truena.
Es decir, cuando son amenazadas, insultadas, arrestadas…

Una gran injusticia e hipocresía. En mi opinión, la culpa la tiene ese oportunismo y esa superficialidad que anida en buena parte de los medios de comunicación, profesionales o alternativos, que como vicente, va a donde va la gente: a sumarse a la conga de las “famosillas”, esas damiselas llegadas a última hora a la comparsa, pero muy habilidosas a la hora de robarse el show, cual ladies gagas de una isla totalitaria.

Y olvidamos que en Cuba, afortunadamente, hay mujeres de armas tomar y cuyos ovarios valen más que unos cuantos pares de cojones. Cubanas que no pueden darse el lujo de sufrir  ataques de nervios, porque viven un día a día muy diferente al de las “famosillas”. Ellas no tienen tiempo para estar tuiteando, ni estar marcando entrevistas y citas con visitantes foráneos.

No sólo son opositoras, periodistas independientes o activistas de derechos humanos. También son esposas, madres e hijas,  y sobre sus hombros recaen múltiples problemas familiares y domésticos, como el resto de las amas de casa cubanas, simpaticen o no con la revolución de los hermanos Castro.

Casi todas viven en ciudades y pueblos del interior. Mientras más lejos de la capital, más cojonudas. Más de una, obligada a andar por caminos pedregosos, subir y bajar lomas, cruzar ríos, cocinar con carbón o con leña y lavar a mano en una batea en el patio.

Hubiera querido hacer un perfil humano de Caridad Caballero Batista, pero parece que su larga trayectoria como periodista independiente y opositora, varias veces detenida y golpeada, no es suficiente para dedicarle una biografía como dios manda en internet. Además, vive a 800 kilómetros de la capital y hasta allá no acostumbran viajar los corresponsales extranjeros. Tampoco tiene portavoces ni equipos de marketing, encargados de reportar el más mínimo detalle, por intrascendente que sea. Ya lo dice el refrán: “El que tiene padrino, se bautiza”.

Cuba no es La Habana. Y dos o tres “famosillas” no representan a las mujeres que hoy dentro de la isla (inclusive más que algunos opositores) se baten cuerpo a cuerpo con la represión.

Tania Quintero

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